domingo, 18 de julio de 2010

SOMBRAS CHINESCAS

Volvemos al presente... En concreto, a unas fechas aproximadas a las Navidades pasadas...
Ya comenté que desde Noviembre (y con una breve excepción de tres semanas entre Febrero y Marzo) disfruto (o sufro, según la perspectiva) de una situación laboral que me otorga un montón de tiempo libre que lleno, entre otras cosas (y, sobre todo, al principio, cuando, dadas las circunstancias, me pasaba más a menudo por la oficina) escribiendo alguna de mis 'dichosas paridas'.
Éste es un claro ejemplo de esta 'camada' que vió la luz entre Diciembre del año pasado y Febrero de éste, habla, a grandes rasgos, de ciertos obstáculos que nos encontramos hasta alcanzar nuestros objetivos, se titula 'Sombras Chinescas' (por ponerle un nombre cualquiera) y dice así:

Sombras chinescas que rasgan mi piel
en esas tardes que dejo perderse
al enredarme con folios en blanco,
con cada historia que se desvanece
ante la idea de oírse contada.
Soplo que yace en la cal, moribundo,
como esperando que pase su tiempo
a recordarle su oficio emigrante,
para dejarse llevar por el viento,
y regresar cada noche a tu cama.

Fuerza que se resquebraja al contacto
de mis ideas con cada palabra
que, entre mis labios consigue filtrarse,
que, entre sudores, se ve dibujada,
que, entre temblores, mis manos teclean.
Ganas, que, en sueños, se ven realidades,
actos heroicos (mi mano en tu seno),
que, al despertar, se evaporan, cobardes,
humedeciéndose, en torno a mi cuerpo,
brizna por brizna, el aliento que queda.

Y de repente, la luz, insolente,
que me rescata del verbo suicida,
que reinaugura promesas yacentes,
y redescubre hoy en tu geografía,
nuestra infancia dormida, jardines secretos.
Y de repente, la luz, a destiempo,
arremolina tu cuerpo y el mío,
desentumece tu piel y mis dudas,
nos bombardea con sanos delirios...
Como si no nos hubiéramos muerto.